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La principal razón para visitar Fougères es ver su magnífico castillo, una de las fortalezas más grandes de Europa. Esta pequeña ciudad en la frontera entre Bretaña y Normandía también tiene un precioso barrio medieval y un animado mercado de sábado a la mañana.



Hay un castillo en Fougères hace más de mil años, pues este lugar, en un promontorio protegido por cerros y rodeado de pantanos, fue identificado por el Ducado de Bretaña como el lugar perfecto para defender sus tierras de los franceses. El actual castillo data del siglo XII y consiste en tres recintos cuyas paredes son punteadas por torres: la más impresionante es la Torre Mélusine. El castillo, donde la historia se trae a la vida a través de imágenes y sonidos, es una visita obligada para adultos y niños y una caminata por las murallas no es para ser desperdiciada.



La ciudad vieja

La ciudad medieval surgió al sur del castillo alrededor del río Nançon, cuyas aguas eran usadas por los fabricantes de tejidos, tintoreros y curtidores; el curtido era un subproducto de la ganadería, que era una industria importante en el área circundante. La parte más bonita y atmosférica del casco antiguo es la Place du Marchix, que está flanqueada por casas en enjambre.

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